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16 de marzo de 2015
Dedicatoria
Honrar a quien honor merece es la acción mínima posible
al valorar el desempeño de seres excepcionales comprometidos con sus quehaceres.
Esta pequeña obra quiere destacar también la presencia de quien durante años hizo
vida laboral y académica en el Laboratorio de Demostraciones de Física del
Departamento de Física, Facultad de Ciencias, de la Universidad de Los Andes.
Se trata de José Guerrero, personal técnico responsable del laboratorio. Se
inicia en este singular espacio pedagógico sin conocimiento alguno de los
conceptos de física clásica que aún se enseñan en los cursos de Ciencias e
Ingeniería; no obstante, la responsabilidad con su trabajo, la curiosidad por
la diversidad fenomenológica presente en tales espacios lo involucran con el
instrumental y en poco tiempo asoma destrezas en su manejo, funcionamiento,
mantenimiento y construcción de prototipos. José Guerrero se hizo indispensable
en el Laboratorio. Era él quien conocía su ubicación en la estantería del
laboratorio y su funcionalidad; quién los seleccionaba y preparaba para su inmediata
utilización, como herramienta didáctica en el aula de clase, por el docente de turno.
Entre la gama de experimentos que se mostraban
en el Laboratorio de Demostraciones, destacaban los de electrostática, en los
años ochentas; Guerrero afinaba la máquina de Wimshurst y el generador de Van
de Graaff, hasta que saltaran chispas notables y el olor a ozono inundara los
espacios docentes; cargaba las botellas de Leyden, lograba que esferitas de
anime recubiertas con grafito mantuvieran sus cargas por tiempos prolongados y manifestaran
sus consabidas propiedades eléctricas atractivas o repulsivas. Con paciencia seleccionaba,
recogía y secaba semillas de grama que luego esparcía en la cubeta de aceite en las experiencias de líneas de fuerza del campo eléctrico. Era él quien conocía la cantidad precisa
de benceno a depositar en la cápsula para simular la "casa explosiva"
en la experiencia demostrativa del pararrayo de Franklin; sabía cómo y dónde
colocar al inocente espontáneo para inducirle contorsiones y brincos con chispas
eléctricas, con el despliegue de su cabellera cual electroscopio humano. Guerrero
se adelantaba a los gélidos amaneceres andinos con el instrumental preparado
para la clase de las siete. Guerrero también fue un paciente maestro. Le sobraba
disposición al asistir estudiantes en innumerables proyectos experimentales.
Varios kits de electrostática, máquinas de Wimshurst, prototipos didácticos de motores
eléctricos, entre otros, exhibieron estudiantes de bachillerato en sus respectivas
instituciones educativas con su ayuda desinteresada. José Guerrero tiene el
alma escrutadora de Carlos del Pozo. Sin formación académica especializada ambos
abordan el estudio de la electrostática y se distinguen en sus respectivos
espacios. Uno, en la inmensidad de la llanura durante la época colonial
vislumbra a Humboldt; el otro, en la década del ochenta y noventa, secundando
la docencia universitaria fortalece la enseñanza de la Física con innumerables
experimentos demostrativos.
Introducción
El presente trabajo llama la
atención sobre cierto estudioso de las ciencias naturales que vivió a finales del
siglo XVII y principio del XVIII en los llanos venezolanos y que realizó,
amparado en la lectura de dos libros de Física de la época, aportes significativos a su comunidad. Lo
lamentable es que ningún autor de texto, público o privado, de las asignaturas
de Física, Química, Ciencias Naturales o Estudios de la Naturaleza, ha
realizado la más mínima reseña biográfica del personaje en cuestión en la
descripción de los respectivos contenidos programáticos. De no ser por el
testimonio de un gran hombre de ciencia que sí lo reporta en sus obras, hoy en
día seguiría siendo un completo desconocido. Peor aún, la gran mayoría de los
docentes e investigadores del tema educativo de las cátedras de historia de las
ciencias, de las facultades de educación y pedagógicos de nuestro país,
desconocen su existencia. Aparte de Humboldt, sólo
algunos historiadores (Pérez M., Héctor ,1987 ;
Freistes Yajaira, 2004; Malaspina,
Edgardo, 2001) comprometido con el rescate de la memoria
colectiva de nuestro pueblo, le han sacado del anonimato en su artículos de
investigación, resaltando un poco su importancia histórica en los desarrollos
científicos de la época. El epónimo de una unidad educativa de un estado
llanero honra su presencia en el ámbito científico.
Por doquier, en nuestra nación, han existido y existen
compatriotas que se han granjeado el respeto y la consideración de sus
coterráneos gracias a los aportes realizados en beneficios de sus comunidades.
Muchos de ellos han pasado al anonimato y la temporalidad los ha ubicado en el aposento
del olvido; otros, más afortunados, han permanecido en la memoria colectiva favorecidos
por las oportunas referencias realizadas en obras imperecederas. Un caso digno
de atención lo representa un "guariqueño" de la época colonial, quién encuentra
un pertinente salvavidas memorial en los ensayos de un Dragón que le adjudica su merecida persistencia histórica.
Con este Dragón, zarpa hacia la mar de los sentimientos el célebre poeta
Ramón Palomares desde Alegres Provincias,
quién con su sensible prosa nos relata: "Un pequeño barco viaja hacia América. Entre todos los barcos grandes y
pequeños este barco lleva un Dragón. El Dragón se pasea por la cubierta entre
los peces voladores: con un termómetro de plata sondea la fiebre marina, con
sus largos ojos de serpiente trabaja la noche. El soñador, el Dragón va en
busca del mundo. Es un pequeño barco en viaje hacia América pero sólo él entre
todos lleva un Dragón... y entonces el pequeño navío se vuelve hacia una tierra
nueva donde Yo el Dragón partiré al encuentro del mundo".
Hace referencia al joven sabio naturalista alemán Alexander von Humboldt (1769-1859), quién avizora en noviembre de 1799 las costas venezolanas, desembarca en Maiquetía y llega a Caracas, capital de la Capitanía General. Acababa de pisar, por vez primera, tierras del Nuevo Mundo. Varias de sus alforjas contenían "...instrumentos astronómicos, relojes, barómetros, termómetros, higrómetros, electrómetros, eudiómetros, magnetómetros, brújulas..." que "arribaron sin problemas y están en constante uso" como refiere en Cartas Americanas. Instrumental diseñado y construido por los mejores artesanos europeos de la época para realizar con suficiente precisión las medidas de los procesos naturales de diferentes índoles durante su itinerario preconcebido. Para ese entonces, se gestaba la emancipación de nuestra patria del imperio español, de modo que rumbo a la Capitanía General, se entera de que Manuel Guevara y Vasconcelos -quién con beneplácito lo recibe-, gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela, dos años antes aplicaba la Ley contra conjuras para condenar el primer intento emancipador liderado por Manuel Gual (1759-1800), José María España (1761-1799) y Juan Picornell (1759-1825), con la intención de exterminar de raíz el nefasto nexo español. Meses antes, Simón Rodríguez, por estar involucrado en tal movimiento independentista, inicia su periplo hacia el viejo mundo europeo y Bolívar, adolescente, arriba a casa del tío Esteban en Madrid. Durante su estancia de dos meses, se entera de la existencia de un personaje fuera de serie en saberes científicos que vivía en Villa de Todos los Santos de Calabozo, población llanera con alrededor de cinco mil habitantes; así que decide visitarlo, cuando emprende el viaje hacia los Llanos y al opulento Orinoco. Se referían a Carlos del Pozo y Sucre (1.743-1.812?), tal como él mismo lo reporta en "Viaje a las Regiones Equinocciales Del Nuevo Continente".
Alexander von Humboldt
Hace referencia al joven sabio naturalista alemán Alexander von Humboldt (1769-1859), quién avizora en noviembre de 1799 las costas venezolanas, desembarca en Maiquetía y llega a Caracas, capital de la Capitanía General. Acababa de pisar, por vez primera, tierras del Nuevo Mundo. Varias de sus alforjas contenían "...instrumentos astronómicos, relojes, barómetros, termómetros, higrómetros, electrómetros, eudiómetros, magnetómetros, brújulas..." que "arribaron sin problemas y están en constante uso" como refiere en Cartas Americanas. Instrumental diseñado y construido por los mejores artesanos europeos de la época para realizar con suficiente precisión las medidas de los procesos naturales de diferentes índoles durante su itinerario preconcebido. Para ese entonces, se gestaba la emancipación de nuestra patria del imperio español, de modo que rumbo a la Capitanía General, se entera de que Manuel Guevara y Vasconcelos -quién con beneplácito lo recibe-, gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela, dos años antes aplicaba la Ley contra conjuras para condenar el primer intento emancipador liderado por Manuel Gual (1759-1800), José María España (1761-1799) y Juan Picornell (1759-1825), con la intención de exterminar de raíz el nefasto nexo español. Meses antes, Simón Rodríguez, por estar involucrado en tal movimiento independentista, inicia su periplo hacia el viejo mundo europeo y Bolívar, adolescente, arriba a casa del tío Esteban en Madrid. Durante su estancia de dos meses, se entera de la existencia de un personaje fuera de serie en saberes científicos que vivía en Villa de Todos los Santos de Calabozo, población llanera con alrededor de cinco mil habitantes; así que decide visitarlo, cuando emprende el viaje hacia los Llanos y al opulento Orinoco. Se referían a Carlos del Pozo y Sucre (1.743-1.812?), tal como él mismo lo reporta en "Viaje a las Regiones Equinocciales Del Nuevo Continente".
Sus indagaciones sobre lugareños
interesados en ciencia, arte y filosofía le confirmaban que las inquietudes
científicas en la región que acababa de
pisar disponía de muy pocos o escasos adeptos. Por supuesto, los cautivados por
este tema, los encontró entre los altos estratos de la aristocracia criolla (los
Tovar, Rodríguez del Toro, Uztáriz, Montilla) y en integrantes de la burocracia política y religiosa. En Caracas
compartió con el Padre Puerto, quien tenía suficientes conocimientos de
Astronomía, como para calcular el Almanaque de las Provincias de la Capitanía y
el capuchino Francisco de Andújar, quien enseñó las primeras lecciones de
matemáticas a Simón Bolívar (Freistes, Y., 2004). Sin embargo,
días atrás en la Provincia de Nueva Andalucía, el gobernador Vicente Emparan le
manifestaba su interés por los libros, entre ellos los de Física. En Caripe, se
había topado también con el Tratado de la
Electricidad del abate Nollet y Elementos
de Química de Jean Antoine Chaptal en la biblioteca del hospicio de los
frailes que los alojaron; obras, recién publicadas y traducidas al castellano que se convirtieron
en documentos fundamentales para la enseñanza y divulgación de la ciencia en España
y sus provincias americanas. Aunque de la capital no hace reportes específicos
de esta bibliografía, no es de extrañar que alguna obra de las mencionadas estuviese
también en los anaqueles de algún erudito caraqueño.
Entre los jóvenes ilustrados
de la época, se cruzó en su camino uno de 18 años; Andrés Bello, quién estaba culminando sus
estudios en la Real Universidad Pontificia de Caracas, y como poseía "un buen conocimiento de temas científicos,
filosóficos y literarios" tal como Iván
Jaksic (2001) lo describe, se interesa por el viajero y lo acompaña en algunos
de sus recorridos, pudiendo presenciar el
despliegue del instrumental respectivo para el desarrollo de su trabajo científico durante el ascenso al Cerro del Ávila.
Circunstancia ésta, que quizás constituyó el germen para la escritura, años más
tarde, de su "Cosmografía, o
descripción del universo conforme los últimos descubrimientos". Si
Humboldt hubiese entablado conversación con el otro maestro del Libertador, habría conocido alguien también
interesado en los incipientes desarrollos científicos logrados en Europa; a
Simón Rodríguez le fascinaba la ciencia como describe Bolívar en carta dirigida
a una amiga imaginaria y escrita en París en 1804 en su segundo viaje a España:
"El señor Rodríguez sólo amaba las
ciencias... Le encontraba siempre ocupado en un gabinete de física y química
que tiene un señor alemán y en el cual debían ser demostradas estas dos
ciencias, en asamblea pública, por don
Rodríguez. Apenas si le veía una hora
cada día. Cuando lograba reunirme con él, me decía corriendo: amigo mío,
diviértete... "2. Relato que confirma el interés y la
dedicación de Rodríguez al tema científico.
Es de suponer que Humboldt
no le diera tanta credibilidad a los comentarios que escuchó sobre la
existencia de esta celebridad llanera. Llano adentro, en plena inhóspita sabana
de fuertes vapores encendidos, se hacía ciencia fuera de los espacios de la
academia europea y norteamericana, únicas, supuestamente, capacitadas para
esculcar los procesos de la madre natura. Él mismo, previo a sus viajes, había analizado a profundidad con los máximos
representantes de la ciencia europea la gama de ocurrencia de fenómenos naturales,
como aquellos que deslumbraban a las nutridas audiencias de auditorios
universitarios y salones de la realeza, con destellos eléctricos y estremecedoras
sensaciones en cuerpos vivientes que se prestaban para tales experiencias; varias
hipótesis sobre sus procederes eran contrastadas por diversos investigadores de
la época. El ilustre viajero tiene también otro interés particular para
adentrarse en los esteros, humedales y ríos llaneros; va detrás del gimnoto (Electrophorus electricus), el temblador, de su ignoto fluido, de su "electricidad animal"
y su órgano generatriz; no había presenciado disecciones de este pez en las
clásicas demostraciones académicas y la generosa llanura le ofrece la
posibilidad de poner en práctica sus sólidos conocimientos de
electrofisiología. Acompañado de Aimé Bomplant, no desperdiciaría esta
oportunidad única en su existencia. Su interés por esta rama del saber lo llevó
a interesarse también por el estudió de la fenomenología relacionada con la electricidad.
Chispazos y
contorsiones
En
consecuencia, es evidente que Humboldt tuviera conocimiento de que, mucho antes de este particular episodio de su vida:
a) Alrededor
de 1600, William Gilbert ya había reportado sus descubrimientos científicos
en De Magnete, donde clasifica los
fenómenos de atracción conocidos en su época y los separa en dos categorías (eléctricos
y magnéticos), introduce el término “fuerza eléctrica” para describir la
interacción de dos objetos cargados por fricción y establece que podía ser atractiva
o repulsiva; y donde propone un modelo para explicar la electrización de un
cuerpo: por fricción se remueve el fluido o “humor” que tienen los objetos y aparece alrededor de estos un “efluvio” o atmósfera; en la actualidad
hablamos de carga y campo eléctrico. El siglo VII fenece con prácticamente los
mismos saberes anteriores en estas ramas de la filosofía natural; es en el siglo
siguiente que se despierta un interés
inusitado por el estudio de los fenómenos electrostáticos.
b) En 1729 el químico británico Stephen Gray, discípulo de Newton, había
descubierto que la electricidad podía fluir y logró transmitirla hasta 150
metro de su fuente; demostrando que los metales son buenos conductores de la
electricidad y que existían otros materiales que la generan, los cuales llamó
eléctricos.
c) Charles Dufay, químico francés, había descubierto en 1733 que existía un tipo de electricidad que
se manifestaba al frotar un trozo de cristal y otro, al frotar un trozo de
resina; y que cuerpos electrizados con el mismo tipo de electricidad se
repelían entre sí y aquellos electrizados con diferentes tipos, se atraían; en
consecuencia, sin electrizar, la materia es neutra porque contiene la misma
cantidad de los dos fluidos, y mediante la fricción, éstos se separan
produciendo un desbalance en las cantidades tales fluidos, quedando así
electrizada.
Botellas de Leyden.
d) Alrededor de 1745, primero el físico alemán E. G. Von Kleist y posteriormente el
físico holandés Pieter Van
Musschenbroeck, tuvieron la brillante idea de almacenar el fluido
eléctrico. Este último, fabricante de
instrumentos científicos, lo almacenaba en una botella con agua, en la Universidad de Leyden.
Esta botella denominada de Leyden, se conoce hoy en día como el condensador
eléctrico.
e) Alrededor de 1752,
del otro lado del Atlántico, en Norteamérica, Benjamin Franklin, físico, político e inventor del pararrayos, ya había presentado
la teoría del fluido único para explicar los dos tipos de electricidad y
establecido el uso convencional de positivo y negativo, en vez de vítreo y
resinoso, para distinguir los tipos de electricidad conocidos.
f) Se publicó “Historia y Estado Actual de la Electricidad”
donde el físico inglés Joseph Priestley
estableció en 1767 que las cargas eléctricas se atraían con una fuerza
inversamente proporcional a la distancia que las separan, tal como lo demostró
Newton con la gravedad.
El electróforo.
g) El físico italiano Alejandro Volta, entre otras múltiples cosas, perfeccionó el
electróforo y dio los detalles de su funcionamiento; Volta le había comentado a
Priestley y al canónigo Fromond: “he preparado uno de madera de poco menos de
dos pies de diámetro...; he obtenido chispas de 10, 12 y hasta 14 pulgadas ...”.
h) En 1776 Charles
Agustín de Coulomb inventa la balanza de torsión para medir, con mucha exactitud,
la fuerza entre las cargas eléctricas y corroborar que dicha fuerza era proporcional al producto
de las cargas individuales e inversamente proporcional al cuadrado de la
distancia que las separa.
i)
Luigi Galvani (1737-1798), profesor de anatomía de la Universidad de Bolonia, Italia,
descubrió alrededor de 1780, durante una
de sus clase, cómo se producían fuertes contracciones en el anca de una rana diseccionada
al someterla a descargas eléctricas. También constató que las contracciones
igualmente se producían al presionar el anca con un gancho de bronce sobre una
lámina de hierro. Observaciones que le llevaron posteriormente a experimentar con
un arco hecho con dos metales diferentes colocados en el músculo de la rana y
en su médula para comprobar las mismas contracciones. De esta manera nace el
galvanismo como teoría para explicar la generación de un tipo de electricidad
conocida como "fluido galvánico"
o "electricidad animal",
para diferenciarla de la generada por medios electrostáticos; donde se defendía
que la "electricidad animal" era producida en el cerebro y transmitida por los nervios hacia los músculos;
contrario a lo sostenido por el físico Alessandro Volta, quién aseguraba que la
electricidad se generaba mediante la interacción entre dos metales heterogéneos
sumergidos en una solución, principio a partir del cual inventa posteriormente
la pila en 1800, dispositivo capaz de generar, por vez primera, un flujo continuo de electricidad, como
refiere en correspondencia enviada a la Sociedad Real en “Sobre la electricidad excitada por el simple contacto de
sustancias conductoras de diferentes clases”, el 26 de junio de ese mismo
año. Dejando establecido así, el origen electroquímico de la corriente
eléctrica en contraposición a lo defendido por Galvani, sobre su origen
netamente animal, teoría con la cual Humboldt simpatizaba.
Grabado de la época que muestra algunos de los experimentos de Galvani.
Así que, en el ocaso del siglo XVIII, la Física basaba su estudio
en una serie de fluidos imponderables (efluvios, éter, flogisto, calórico, etc.)
que se postularon para explicar los fenómenos electrostáticos, magnéticos, calóricos
y luminosos, entre otros. Sin embargo, las investigaciones se centraron
principalmente en los procesos relacionados con el galvanismo y las propiedades
de los gases. En particular, el estudio de los fenómenos electrostáticos se
apoderó del espíritu de los investigadores y divulgadores científicos.
Inicios de la difusión científica en
Europa
El Abate Nollet.
Tanto en
Francia como Alemania se editaron varias
obras de carácter científico durante la
segunda mitad del siglo XVIII en sus respectivas lenguas de origen, gracias al
desarrollo logrado con la presencia de prestigiosas universidades. Algunos de estos investigadores franceses, en
particular, alcanzaron prestigio en la divulgación del tema eléctrico. Así que,
varias de sus obras fueron traducidas al español, tal como testimonia Juan
Fernando Fernández G: "En el
apartado de la física, Sigaud de la Font y en especial el abate Nollet son los autores
más representativos por ser los más traducidos: los Elementos de física teórica
y experimental del primero, y el Curso de física experimental del
segundo, parecen ser las obras de mayor importancia, a las que seguirían
interesantes estudios sobre la electricidad." Otras obras de los mismos
autores que tuvieron también una influencia importante en el estudio de la electricidad
fueron: "Ensayo sobre la
electricidad de los cuerpos" de Nollet, publicada por primera
vez en 1747, y "Descripción y uso de un gabinete de física
experimental" de Sigaud de La Fond. Con este material bibliográfico, el
conocimiento científico del área se hizo popular y estuvo al alcance de un
grupo importante de la población.
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El
Abate Nollet, como también le conocían por su formación religiosa, inauguró la
primera cátedra de física experimental de la Universidad de París, fue
constructor de instrumentos y conferencista de saberes científicos acompañados
de diversos montajes experimentales. Método de
enseñanza novedoso en su época, que le permitió la difusión de la ciencia entre
un público diverso, al realizar demostraciones con objetos y cuerpos cargados
de electricidad en los grandes salones de la aristocracia francesa e inglesa con
su discípulo De La Fond, quién asume
esta labor, después de su muerte.
Así mismo, Joseph Aignan De La
Fond (1730-1810), recalca la importancia y el alcance de la divulgación
científica cuando relata en "Elementos
de Física. Teoría Experimental. Tomo VII", publicado en 1767, que "Desde el año de 1771, en cuya época publiqué
la descripción de que usamos, hay pocos Aficionados que no las hayan adquirido
semejantes, si se ha de formar juicio, por las que yo he mandado hacer, y por
un números de ellas todavía mas considerable que se
han extendido hasta las Provincias mas distantes. No hay, pues, parte alguna de
la Física que se cultive mas que la Electricidad y por consiguiente ninguna
cuyos descubrimientos deban interesar mas a los Físicos y Aficionados. "
Demostraciones públicas de los efectos de la electricidad con uno de los primeros ingenios del siglo XVIII.
Para Humboldt estos hecho no pasaron
desapercibidos y se le ve frecuentando
los grandes salones de la realeza y los espacios académicos europeos - fue
alumno de la Universidad de Gotinga - donde se estudiaba y realizaban demostraciones experimentales con la
electricidad. Tenía conocimiento de la primera máquina generadora de
electricidad estática inventada en 1672 por Otto von Guericke basada en el
frotamiento de una esfera de azufre con un paño mientras giraba; y de la
diseñada y construida por Francis Haukskbee en 1706, con sustitución de la
esfera por cilindros de vidrio. Por tener pleno conocimiento de
la fenomenología electrostática conocida en su época, otras de sus
alforjas de intrépido viajero contenían "...electrómetros de paja, de bolilla de saúco,
y de hojas de oro laminado, y
asimismo una botellita de Leyden que
podía cargarse por frotamiento...", como él mismo señala en Viaje
a las Regiones Equinocciales. Iba tras el encuentro del científico primigenio
de la llanura venezolana y de los misteriosos tembladores. Se enrumba
definitivamente al Llano.
Cruce de senderos
Días aquellos, cuando Carlos del
Pozo y Sucre hacía vida pública en Villa de Calabozo, población llanera fundada
a principio del siglo XVIII por la Compañía Guipuzcoana, como refiere el
geógrafo Agustín Codazi (1793-1859) en Resumen de la Geografía de Venezuela. Según
la descripción de Humboldt, Calabozo era una próspera región donde gran parte de sus
habitantes vivían de la cría de rebaños vacunos administrados por caporales. Al
llegar el científico viajero a esta población el 14 de marzo de 1800, conoce al
Sr. del Pozo, "estimable e ingenioso sujeto", que ocupaba " la
Tenencia de la Judicatura interina para combatir el robo de ganado, a los vagos
e inquietadores de la paz, las fechorías de malhechores e indios y organizar la
persecución de adulterios y concubinatos" tal como lo describe Pérez
Merchelli, H.
Anteriormente había ejercido el cargo de subdelegado de la Renta de Tabaco,
distinguiéndose por su apego y defensa a ultranza de los cánones de la corona
española. Según comenta García G., S. (1980), del Pozo contaba con "la admiración y aprecio de sus coterráneos,
cosa que le granjearon su condición de hombre reposado, de modales cordiales,
de múltiples capacidades y sobresaliente inteligencia. Su contextura anatómica semejaba a la del célebre hidalgo
Don Quijote de la Mancha: alto, delgado y de piernas largas, pero con rasgos
fisonómicos finos: tez blanca y lampiño". Poseía un modesto fundo con
unas cuantas cabeza de ganado a doce kilómetros al sureste de Calabozo. Para
Humboldt, del Pozo era "un europeo
muy instruido", un "sujeto
de poca fortuna, pero de un gran talento mecánico y de bastante instrucción en
la física experimental" (Pérez, ob. cit.). Nuestro ilustre llanero se
había ganado la admiración de sus coterráneos gracias a diferentes soluciones
aportadas en beneficio de su región.
Cada año, con la llegada de la estación lluviosa de mayo a octubre, la
Villa de Todos los Santos de Calabozo era sometida a frecuentes inundaciones, y
gracias a sus sugerencias, el Cabildo de entonces, construyó varios canales o
zanjas en sus alrededores a fin de propiciar el desagüe de las aguas
estancadas.
También diseño,
construyó y colocó varios pararrayos en los linderos del pueblo para disminuir
los estragos de las tormentas eléctricas
durante la época invernal. Conocimiento éste, adquirido de manera autodidacta
tras "la lectura del Tratado de Sigaud de Lafond (Joseph Aignan Sigaud de
Lafond) y de las Memorias de Franklin (Benjamin Franklin). Desconocía los espacios académicos europeos y norteamericanos, y
bastó con sus lecturas y profundas interpretaciones para lograr construir "una máquina
eléctrica de grandes discos, electróforos, baterías, electrómetros, un material
casi tan completo como el que poseen nuestros físicos en Europa " como referencia Humboldt en Viaje
a las Regiones Equinocciales (ob. cit.).
Es de pleno conocimiento entre los
investigadores y docentes, que los experimentos de Electrostática, como hoy en
día se conoce esta rama de la Física, requiere de condiciones ambientales muy
particulares para exhibir sus efectos
con éxito. El enemigo número uno de las experiencias relacionadas con la
electrización de los materiales, su almacenamiento y transferencia entre estos,
lo representa principalmente el vapor de agua contenido en el aire de la
atmósfera, proporción medida mediante su humedad relativa. La molécula de agua,
por la estructura química tetraédrica que posee, es fuertemente polar, es un
dipolo eléctrico que se comporta frente a un cuerpo cargado de electricidad,
como lo hace la brújula dentro del campo magnético; se reorienta en el espacio
y al estar libre en el aire, es atraída por los objetos electrizados. Al
contacto con la superficie cargada, le cede o quita electrones, haciendo que
rápidamente ésta se descargue. La humedad se puede disminuir en un ambiente con
un acondicionador de aire, dispositivo éste, que por supuesto, no disponía
nuestro personaje llanero. De modo que tendría que haber elegido las primeras
horas matutinas de aquellos días de pronunciados veranos para la realización de
sus experimentos. Hay que recalcar que las condiciones que imperan en muchas
regiones de Europa en cuanto a una humedad relativa baja (50%), en algunas
estaciones del año, favorece la experimentación con la electricidad estática; contrario
a las condiciones que permanecen en los llanos venezolanos.
Aparte
de la variable ambiental, se suma la dificultades encontradas al construir el
equipo y que tuvo que vencer "el Sr. Del Pozo desde que cayeron en sus manos las
primeras obras sobre la electricidad, cuando resolvió animosamente procurarse,
por su propia industria, todo lo que veía descrito en los libros... Desde
algunos años tan sólo pudo procurarse, por vía de Filadelfia, platillos para
construir una máquina de discos y obtener efectos más considerables de la
electricidad" para "hacer
máquinas eléctricas de cilindro empleando grandes frascos de vidrio a los
cuales había cortado el cuello." De esta forma describe Humboldt el
perfil científico de Del Pozo. Logra rediseñar y construir el instrumental sólo
visto en las figuras laminadas de Sigaud de Lafond; razón por la cual el
ilustre naturalista afirma:"Encontramos en Calabozo...un material
casi tan completo como el que poseen nuestros físicos en Europa". Las
experiencias relatadas en los libros de física que poseía, requería de mucha dedicación
y paciencia para replicarlas; obras de profuso texto redactado, repleto de
minuciosidades, pero con mínimas ilustraciones representativas de la
fenomenología electrostática. Tuvo que comparar y relacionar lo descrito con lo
construido, inferir y argumentar la ocurrencia de lo observado; someter a prueba
innumerable veces los dispositivos de su reciente creación hasta superar defectos;
hacer anotaciones en cuadernos que la desmemoria temporal extravió en el
olvido. Cuántos despliegue de páginas releídas y reinterpretadas; de aciertos y
desatinos en búsqueda de la presencia del fenómeno eléctrico escabulléndose
entre el húmedo fluido atmosférico llanero. Hubiese querido disponer de un par académico
permanente en aquellas soledades para compartirle inquietudes; de visitar los suntuosos
salones europeos para someterse a sacudones eléctricos y de compartir sus experiencias
con su maestro colateral Sigaud de Lafond.
Por eso, con la llegada intempestiva de los dos honorables
visitantes "No pudo el Sr. Del Pozo
contener su alegría al ver por primera vez instrumentos no hechos por él y que
parecían copia de los suyos." Fue propicio el encuentro para
experimentar con el equipo traído del viejo continente y discutir las recientes
hipótesis de la generación biológica de la electricidad. Por tal razón Humboldt manifiesta: "Le mostramos también el efecto de metales heterogéneos sobre
los nervios de las ranas. Los nombres de Galvani y Volta no habían resonado en aquellas vastas
soledades."
Este instrumento fue inventado por el Abate Jean Antonie Nollet
para medir la intensidad de la "virtud eléctrica" alrededor de 1750,
basado en la idea de Charles Duffay de utilizar la separación de dos hilos
colgantes desde una varilla metálica, para observar si un cuerpo está cargado o
no de electricidad. Sin ninguna
calibración se le conoce como electroscopio y se utiliza como instrumento para
comprobar si un cuerpo se encuentra cargado o no de electricidad, así como
también para identificar el tipo de carga que éste posee. La versión más
generalizada consiste de dos láminas metálicas muy delgadas suspendida de un
soporte metálico montado en la tapa aislante de una botella de vidrio. El
extremo superior del soporte termina en una esfera o un disco conductor.
Material acreditado por Humboldt
a Carlos del Pozo
Ciertos
estudiosos del presente tema hacen referencia en sus aportes a las vivencias de un "aficionado" a
los experimentos de electricidad estática durante la época colonial. Sin
embargo, el hecho de que Humboldt haya certificado que el equipo construido por
Del Pozo constituye "...un material
casi tan completo como el que poseen nuestros físicos..." y que se podían "...comparar sus aparatos con los que se construyen en Europa", permite
considerar a Carlos Del Pozo y Sucre como el primer científico dedicado al
estudio del fenómeno eléctrico en nuestro país.
Ciertamente, Del Pozo fue un autodidacta del estudio de esta particular
rama científica; carecía de títulos acreditados por la Real y Pontificia Universidad
de Caracas, hoy en día Universidad Central de Venezuela. Sin embargo, esta
condición no incidió en su dedicación a la investigación de la fenomenología inherente
a los cuerpos electrizados. Como hemos
mencionado antes, experimentar en las condiciones imperantes en el cálido
ambiente llanero, requiere de muchas habilidades, preparación y paciencia. Con
toda seguridad, Del Pozo tuvo que observar los cambios ocurridos bajo la
acción, por ejemplo, del frotamiento de
materiales entre sí; cómo afecta un material frotado a ciertos cuerpos livianos
que les rodean y cómo éstos se electrizan por contacto o influencia. Ciertamente
electrizó objetos y almacenó esa singular "sustancia" en botellas de
Leyden; su piel tuvo que ser sacudida por descargas electrizantes; y tuvo que
saltar de emoción al ver, escuchar y oler el efímero chispazo de su primer
prototipo de máquina electrostática en funcionamiento.
A continuación se describe el material experimental
que Humboldt vio en el laboratorio de
nuestro científico criollo.
1.
Electrómetro
En aquella época el término se usaba para describir indistintamente
al instrumento capaz de indicar o medir, sí un cuerpo estaba electrizado o no. Fue
William Gilbert (1600) su inventor a partir del versorium (o brújula electrica), el cual consistía de una aguja muy
bien equilibrada y con bastante sensibilidad para detectar los cuerpos electrizados
mediante su giro.
Según de la Fond: "Se da
a los instrumentos de que se usa para medir la intensidad de la virtud eléctrica,
el nombre de electrómetros; y aunque se han dedicado mucho a la construcción
de este género de instrumentos, no
parece que se haya llegado todavía a darles el grado de perfección que debieran
tener, para desempeñar
exactamente la función a que están destinados (Sigaud, 1792: 106)." Por consiguiente, en realidad
Humboldt hace referencia al electroscopio. Consideramos que Del Pozo construyó electroscopios
y no electrómetros, instrumentos de medición de la carga eléctrica de mayor sofisticación.
Inicialmente, el electroscopio descargado se
encuentra en estado de neutralidad eléctrica (la carga neta es cero) con las láminas paralelas entre sí en
posición vertical y, por supuesto, en equilibrio mecánico. En estas condiciones,
el torque mecánico sobre las láminas, debido a su propio peso, es cero. La carga se le transfiere a través del disco
( o esfera). Cuando se carga el electroscopio, por ejemplo por contacto con un
objeto, se le transfieren o se le quitan electrones y el soporte y las
laminillas, adquieren el mismo tipo de carga y se repelen. La fuerza de
repulsión eléctrica, produce un torque adicional en sentido contrario al
producido por su peso y hace que éstas se separen e inclinen cierto ángulo,
hasta que adopte una nueva posición de equilibrio, cuyo valor depende de la
cantidad de carga que se le haya transferido. Este instrumento, por ser de
fácil construcción, no debió presentar ninguna dificultad para Del Pozo.
2.
Electróforo
Este dispositivo es una máquina
electrostática elemental con el cual se pueden electrizar objetos de una manera
rápida y sencilla por el método de inducción. Básicamente es un condensador, el
cual consta de una lámina plástica (aislante) y un disco metálico (conductor)
fijo a un mango aislante para su manipulación. Fue inventada en agosto de 1762
por M. Wilck, profesor de física de Estocolmo y perfeccionado después por
Volta. Hoy en día es muy fácil de improvisar con materiales plásticos
(polímeros) como el papel Envoplast que se emplea en la conservación de
productos del hogar y una tapa metálica de cualquier recipiente de almacenar
alimentos. Sin embargo en los tiempos de Carlos del Pozo, se requería de
materiales naturales como expone De La Fond en su libro: "Tómese un plano de metal de cosa de seis
pulgadas de diámetro, bastante grueso para que no se doble con facilidad.
Póngase orizontalmente sobre una mesa; cerquesele con un borde de papel grueso
o cartón delgado, y baciece encima una mezcla en partes iguales de cera y
colophonia, en la cual se echa cosa de una sexta parte de trementina de
Venecia. Es necesario que hierva mucho tiempo esta mezcla, para que el ayre que
contiene pueda desprenderse. Echada sobre
la platina de metal, se extiende uniformemente, se enfría y toma la
consistencia conveniente; y he aquí lo que llamaremos de aquí en adelante el
pastel resinoso...Se electriza este pastel con un pellejo de liebre, y todavía
mejor con una cola de zorra que se pasa rápida y circularmente por encima....;
se aplica encima un plato de metal, cuyo diámetro debe ser menor una pulgada
que el pastel resinoso. Esto es lo que se llama ... el conductor." Continúa
describiendo su construcción De la Fond, mencionando que a ésta placa
conductora se le atornilla una varilla sólida de cristal para que sirva de
aislante.
Al frotar el
pastel resinoso con la piel de zorro, éste queda electrizado negativamente y la
piel, positivamente; ha ocurrido una transferencia de electrones desde la piel
hacia el pastel. Hoy en día, este fenómeno se conoce como efecto
triboeléctrico. La resina del pastel tiene la propiedad de mantener la carga
por varios minutos; y hasta horas, dependiendo de las condiciones ambientales.
Tiempo que se aprovecha para colocar el disco metálico conductor sobre ella. Luego, al colocar el disco metálico sobre la
lámina aislante, éste se polariza, es decir cierta cantidad de sus electrones
libres se depositan en la superficie superior y por lo tanto, arriba se acumula
un exceso de electrones, mientras que en la parte inferior del disco se
establece un déficit de estos, de modo que queda con carga positiva. El disco,
en estas condiciones, continúa en estado de neutralidad eléctrica.
Posteriormente, al tocarlo con un dedo para que algunos electrones pasen al
cuerpo a través del dedo y finalmente a tierra, queda así con un exceso de
cargas positivas. Mediante este proceder, el disco se carga por inducción con
sólo colocarlo sobre la lámina aislante frotada (cargada) y hacer contacto con el
dedo. Este procedimiento se puede repetir tantas veces como se quiera cargar el
disco metálico, mientras el disco de resina se mantenga cargado.
Es
probable que Carlos del Pozo haya seguido el procedimiento descrito por De La
Fond, pues la cera de abeja, constituida por un alcohol (C30H61OH) y ácido palmítico (CH3
(CH)14 COOH), es un material natural fácil de conseguir en el
Llano; al igual que la colofonia, la cual no es más que resina de los troncos
de los árboles.
3. Baterías
Algunos biógrafos
de Del Pozo, cuando copian textualmente a Homboldt, usan el término "batería"
con el significado actual que se le da en electricidad; sin embargo antes de 1800
tenía otro significado. Según el
diccionario DRAE, batería es el "Conjunto de aparatos análogos, instalados en
el mismo local, que realizan la misma función o trabajo". Así que, el
término "batería" que usa
Humboldt en el texto, hace referencia a una agrupación de botellas de Leyden
interconectadas en serie o paralelo, a fin de incrementar la intensidad de la
chispa eléctrica.
Fue Franklin
quién ideó conectar varias botellas de Leyden entre sí para incrementar la
carga eléctrica almacenada, y de igual manera la chispa entre las armaduras. Esto lo conocía Del Pozo y por la misma razón conectó sus botellas.
Según
DUF (t. II, 1796: s.v.) (citado por Moreno V. José A., 2012) " Llamase así un número mayor o menor
de jarrones de vidrio, guarnecidos por dentro y por fuera de chapas de estaño,
(excepto la parte superior que queda sin guarnición), y contenidos todos en una
caxa de madera aforrada [sic] también de chapas de estaño [...]. Este
aparato construido de este modo, se electriza a la manera de la Botella de Leyden [...]; y produce un efecto tanto mayor,
quanto los vasos son mayores, o hay un mayor número de ellos."
En consecuencia,
en el texto de Humboldt, el término batería no tiene la connotación que se usa
en la actualidad. Además, para la fecha de su llegada a Calabozo, Volta acababa
de inventar la pila eléctrica, noticia ésta desconocida por él y Del Pozo.
Justamente el 20 de marzo de 1800, cuando Humboldt coincide con Del Pozo, Volta
está informado de su invento a la Real Sociedad de Londres.
Este dispositivo es básicamente un condensador que se utiliza
para almacenar energía eléctrica mediante la carga eléctrica que se le
transfiere. Consiste de dos láminas metálicas, conocidas como armaduras,
colocadas frente a frente y separadas mecánicamente entre sí. En algunos casos,
las armaduras están separadas por una lámina de plástico muy delgada
(dieléctrico), con una de ellas conectada a tierra.
4. Máquina eléctrica de botella de vidrio
Este tipo de máquina inventada por el inglés Edwar
Nainer (1726-1806) en 1773, la describe Sigaud de Lafond en el séptimo tomo de
la siguiente manera: consta de "un cilindro de vidrio de doce pulgadas de
diámetro y diez y nueve de largo... La almohadilla ó el flotador tiene catorce
pulgadas de largo y cinco de ancho; está cóncavo de modo que abraza la
convexidad del cilindro; y le sostienen y aprietan contra este dos resortes de
madera, asegurados sobre dos cilindros pequeños sólidos de cristal, colocados
orizontalmente y fixado por baxo del cilindro; por cuyo medio el flotador ó la
almohadilla está aislada. Esta máquina se mueve circularmente por una rueda de
veinte y quarto á treinta pulgadas de diámetro." Uno de los cilindros
está conectado con la almohadilla, mientras que el otro está conectado, a
través de puntas, con el cilindro giratorio de vidrio. Su principio de
funcionamiento es la electrización por fricción del cilindro de vidrio mediante
la almohadilla. La superficie del
cilindro de vidrio queda con carga
positiva, en tanto que la almohadilla adquiere carga negativa. En consecuencia,
se establece una diferencia de potencial entre ellos, de modo que al acercar
los respectivos arcos que tiene cada cilindro metálico entre sí, salta la
chispa, por tener cargas contrarias.
Tomando como modelo esta máquina, Del Pozo empieza
a fabricar "máquinas eléctricas de
cilindro empleando grandes frascos de vidrio a los cuales había cortado el
cuello." Por consiguiente
Humboldt no la vio funcionando. Se desconoce si tuvo éxito en esta tarea; pero
dado el perfil de Del Pozo es probable que la hubiese fabricado, pues es de
simple construcción.
5. Máquina
eléctrica de grandes discos de vidrio
En "Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo
Continente" Humboldt hace referencia a una "máquina de grandes discos" que
induce a pensar que Del Pozo construyó una máquina de dos discos. Por tal razón comenta que Del Pozo "Desde
algunos años tan sólo pudo procurarse, por vía de Filadelfia, platillos para
construir una máquina de discos y obtener efectos más considerables de la
electricidad."
Sin embargo, para la fecha (1800) del encuentro no se
habían inventado máquinas que funcionaran con más de uno.
Quizás se refiere a la máquina de Ransdem, la cual sólo consta de un disco, como se muestra en
la figura. Según Sigaud de La Fond, fue él quien la inventó, pero las
dificultades que surgieron con la montura del disco de vidrio lo hizo desistir.
Posteriormente Ramsdem superó tal dificultad,
construyendo una de 30 cm de
diámetro. En poco tiempo Lafond superó la marca con otra de 60 cm, capaz de
generar una chispa de 23 cm. Más tarde, el Duque de Chaunes mandó a construir
una de mayores dimensiones que producía chispas hasta de 56 cm de largo, en
condiciones ambientales favorable.
El
pararrayos
Humboldt no menciona que Del Pozo haya construido
pararrayos basado en las Memorias de
Franklin que vio en su laboratorio; sin embargo, para 1800 se conocía muy
bien el aporte realizado por Benjamin Franklin sobre la naturaleza eléctrica
del rayo basado en el famoso experimento de la cometa y su sugerencia de
construir un dispositivo para canalizar su energía, ya que en Europa el
naturalista francés Conde de Buffon se había interesado por este conocimiento y
se encargó de darle la concebida divulgación. Por consiguiente, es muy probable
que nuestros personajes hayan comentado algo sobre la física del pararrayos y
su utilidad en la prevención de desastres en las tormentas eléctrica. En todo
caso, existe evidencia que Del Pozo los construyó y montó alrededor de la Villa
de Todos los Santos de Calabozo para proteger las edificaciones de las
tormentas eléctricas. Según el primer cronista de Calabozo, José Rafael Viso
Rodríguez (1885-1967), para 1964 aun se podían observar los restos de los
pararrayos de Del Pozo en el sector Banco de los Pararrayos, hoy en día,
espacio donde está ubicado del
aeropuerto de la ciudad (Pérez M, H.).
Excelente publicacion, este es el tipo de Blog que necesita nuestro pais!
ResponderBorrarRealmente excelente publicaciòn, pues como Calaboceño e Historiado popular, siempre me ha interesado la historia de Calabozo y mas aùn de este insigne cientìfico radicado en estàs vastas llanuras calaboceñas, que a la postre constribuyò con el adelanto tecnològico de la època y de nuestra regiòn, lamentablemente un pequeño monumento fuè erigido en la Av. con su mismo nombre pero la acciòn del tiempo, el vandalismo y la falta de mantenimiento lo han desaparecido casi en su totalidad.ojalà pudieran recuperarlo
ResponderBorrarpara dar a conocer a sus habitantes la historia de su pueblo.